Carina Bravo, la memoria y la llama
«Las palabras me visitan en momentos precisos,
cuando siento que el silencio ya no basta
para dar voz a lo que atraviesa mi alma».
— Carina Bravo ©2025
Carina Bravo nace en San Nicolás, Argentina, en 1987. Su camino, sinuoso y personal, se traza en la ciudad de La Plata, donde su oficio es hoy la arquitectura del verbo. Ella no es solo escritora, también la vigía que habita la grieta.
El verdadero nacimiento ocurrió en 1995, en el umbral de una mudanza que la llevó al refugio de la hermana de su padre. Era una lectora de Neruda, y fue frente a su curiosidad infantil que, tarde tras tarde, le desveló los Veinte poemas de amor y una canción desesperada. No fue una simple enseñanza, sino el sello de un pacto que se volvió la única manera de tocar la inmensidad. En aquel encuentro, la poesía dejó de ser un género: anidó en su alma como una manera de mirar el mundo, de tocarlo y de habitarlo. La palabra se volvió el impulso para explorar y vivir los sentimientos con un latido intenso.
Sus primeros murmullos se grabaron a los nueve años en un pequeño diario rosado, objeto que fue la primera arquitectura del yo. La niña Carina escribía historias para capturar el mundo no como era, sino como se ofrecía a su mirada: un cuenco lleno de sueños y misterios. La adolescencia refinó la técnica: el verso fue el único refugio que pudo sostener el filo de las ausencias y el torrente del desamor. Su primer poema publicado no fue un inicio, sino la prueba material de que el alma, para sobrevivir, necesitaba narrarse. Uno de esos poemas, Sentimientos, encontró su primer destino en 2012, seleccionado para la 38.ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, y luego publicado en la revista Tu-Pak, de la mano del artista plástico Lautaro Dores.
Más tarde, Carina tuvo su pausa literaria, un silencio necesario donde su espíritu se inclinó hacia las artes plásticas, terapias alternativas y el Hatha yoga. Dictando cursos y talleres en centros holisticos y bibliotecas. Después, su mente se abrió a la lógica precisa de la programación, un lenguaje sin metáforas, trabajando como Frontend Developer y QA Tester a partir de 2022. Aprendió la estructura para poder entender el derrumbe.
La escritura siempre estuvo latente, en lo más profundo de su alma. Incluso en los momentos más oscuros, la palabra se erigió como brújula y refugio. Tras la pérdida de su madre, en 2024 el retorno a la escritura fue una honda inmersión: el dolor se convirtió en el estruendo final, el que obliga volver al origen. Escribir fue el acto alquímico de transformar el polvo en sentido y emerger con la única certeza: el cuerpo es la herida, pero la palabra es el bálsamo.
La voz de Carina Bravo regresó al umbral. Su verso es un testimonio de resiliencia, un esfuerzo por alzar la materia contra la gravedad de la nada. En 2025, su poema Voz de tierra y fuego fue seleccionado para una antología en homenaje a Gabriela Mistral, impulsada por el Centro Chileno Bernardo O’Higgins y la Editorial Tres Más Uno. Sus obras se han expandido en antologías nacionales e internacionales. Su escritura es la memoria y la llama que se niega a fallar en la noche absoluta de los adentros.
Actualmente, participa en concursos de poesía y cuento, y trabaja en su primer libro, cuya publicación se espera en 2026. En él explora la complejidad de las emociones humanas a través de un lenguaje íntimo y reflexivo, abordando la vulnerabilidad y la resiliencia inherente a la condición humana.
Carina Bravo no solo escribe por placer, también lo hace por destino. Cada texto es un eslabón del ser expandido, una prueba de que, aunque la vida sea una hermosa ficción, el arte es el único rigor que nos permite habitarla con plenitud. La palabra, para ella, es el ala que se recuerda pájaro en la inmensidad que la contiene.
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¡Hola! Soy Jonathan Muñoz Ovalle, narrador y poeta mexicano. Gracias por visitar mi blog. Si deseas conocer más sobre mi obra literaria, te invito a leer o descargar mis libros dando clic aquí.












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