En poesía no decimos Me gusta Pink Floyd, decimos...


El eco tenue de la guitarra eléctrica se desliza por el aire, apenas una caricia en la penumbra. Las cuerdas vibran con suavidad, como un murmullo lejano que seduce al silencio. Las notas, tímidas al principio, se despliegan con delicadeza, como chispas adormiladas en la luna. ¿Qué misterios aguardan en la noche? ¿Dónde yace la verdad en este vasto universo?

Poco a poco, la melodía cobra fuerza y volumen, llenando el espacio con su ondulación eterna. El sonido aumenta, adquiriendo matices más profundos y enérgicos. ¿Cómo hallar la esencia en este eterno curso y descifrar el propósito en cada partitura?

Conforme avanza la música, las cuerdas liberan su potencia, inundando el ambiente con una energía onírica y galáctica. Los acordes se entrelazan en una danza frenética, creando una sinfonía de emociones que estremece el aima. ¿En la sinfonía del ser, dónde mora el destino? ¿Qué aguarda tras el velo de la realidad terrenal?


Comentarios

Entradas más populares de este blog

J. Moz, un poeta desenfrenado

Anagaby Arrieta, enamorada de la pluma y la fotografía

En defensa del poeta - GRATIS