Ojos y manos, extensiones del alma

 


Ojos y manos, extensiones del alma

Por J. Moz


En el mundo del arte, las manos y los ojos comulgan en un vínculo sagrado. Las manos, fieles ejecutoras de la voluntad del alma, manifiestan una destreza y precisión que rivalizan con las mejores máquinas creadas por la humanidad. Con una delicadeza exquisita, son capaces de acariciar la suavidad de una flor o la piel de un ser querido, pero también poseen una fuerza implacable, capaz de modelar la materia y esculpir obras de arte, o de sostener el peso del mundo en momentos de dificultad.


Cada dedo, cada articulación, trabajan en armonía para llevar a cabo las más variadas tareas: desde escribir una carta hasta preparar una comida: desde acariciar las cuerdas de un instrumento musical hasta construir un refugio seguro para nuestros seres queridos. Nuestras manos son la extensión tangible de nuestra voluntad, el puente entre nuestros pensamientos y el mundo exterior.


Mientras tanto, nuestro sentido de la vista actúa como un portal a un mundo de infinitas impresiones. Todo lo que entra por nuestros ojos, ya sea una obra de arte, un paisaje natural o la mirada de un ser amado, tiene el poder de influir en nosotros de manera profunda y a menudo subestimada. Esta influencia va más allá de la mera observación: es un vínculo íntimo entre el observador y lo observado, una comunión entre el mundo exterior y nuestro mundo interior.






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